Invasión.

Me pongo a pensar en un hecho.
Hace unos quinientos años los españoles descubrieron la existencia de unas tierras al otro lado del océano, y allí encontraron gente, personas, imperios. Fueron invadidos por los descubridores, los grandes conquistadores de los que nos enorgullecemos en este país.
Llevábamos una religión y una cultura a una gente que poseía otra. Nadie será capaz de decir si mejor o peor con la verdad en su mano, así que digamos solamente que era diferente. Y los cambió. Con más o menos resistencia, la cultura cristiana reemplazó a la inca, maya, azteca, etcétera. Todo lo que habían sido antes de la llegada de los grandes conquistadores, quedó en nada. Obsoleto, anticuado. Las ciudades sagradas se abandonaron, y las razas se mezclaron y aprendieron a vivir en común.
Quinientos años después, más o menos, se descubren las ciudades sagradas perdidas en la selva. Imaginemos esto: un señor camina por la selva, en sus manos una serie de mapas y anotaciones, cual si buscara el cofre del tesoro perdido, y tras un árbol, toca una pared de piedra. Comienza a seguir la forma de ésta, hasta que acaba delimitando el perímetro de una pirámide de varias decenas de metros de altura. A partir de ese momento, todo el alrededor de aquella zona es deforestado con cuidado y minuciosidad, desenterrando piedras, edificios, un lugar perdido en un entorno salvaje. Investigadores de todas partes del mundo se hacen eco del hallazgo, y acuden al lugar. En pocos meses, una gran extensión de edificios como templos, observatorios, palacios, casas, es descubierta y estudiada. Aún hay objetos de la vida cotidiana de la sociedad descubierta, pero rápidamente son sacados de allí y enviados en dirección a algún museo para ser expuestas al público después de un muy completo análisis arqueológico.
La noticia se publica en la prensa, ¡una ciudad perdida en el corazón de la selva! Unos meses más, y el lugar está preparado para la llegada de los turistas. Y aquí es donde se completa la invasión.

Aquel pueblo primitivo, esclavo de la superchería y del capricho de una casta de sacerdotes y de una tradición salvaje, aquellos dejaron su ciudad atrás, una ciudad que quizá fue construida con más sangre y sudor del que se emplea actualmente en la misma cosa. Una ciudad que quizá en algún momento fue defendida del enemigo con las vidas de sus habitantes; en la que la gente nació, murió, tuvo hijos, aprendió, sufrió o disfrutó. Aquellos que, después de unos años, incluso volverían, descreídos de toda la fe que alimentó a sus ancestros, para usar las mismas piedras de los templos para construir sus casas. Esos comenzaron a ser invadidos y, como todas las cosas débiles de este mundo, su destino final fue servir de disfrute a otros humanos. Unos humanos que, ajenos a aquello que movió el alma de las personas en la dirección de una pirámide de cuarenta metros, se pasean por entre sus restos como si el mundo les perteneciera.
Los mayas no decían ser propietarios de la tierra que pisaban, sino al revés. Eran propiedad de la tierra. Las piedras con las que hacían sus edificios, sagrados o no, no eran suyas, más bien ellos eran de las piedras. Ni del agua que bebían ni de las raíces de los árboles. Siglos después, hay quien se pasea por entre antiguas construcciones o miran una centenaria máscara ritual como si el mundo les perteneciera.

Cuidado, porque las piedras que tocas han visto más vida y más muerte de la que puedas comprender.

2 comentarios:

  1. jeee jeee, bienvenido al club de los gallegos sintonizados con el espiritu americano, nuestro club es muy selecto ;)

    A partir de ahora verás a Pizarro y a Cortés como lo que realmente son, y no como los grandes héroes que llevan vendiendonos aqui desde que nacemos.

    Aunque si nos ponemos profundos, ese par de dos solo son los mas cabezones de una larga lista... pero tampoco tengo ganas de tanta reflexion, auqnue parece que tu si ;)

    Me encanto el cambio de nombre y de aspecto del blog, no parece tuyo xD

    Bienvenido a la Madre Patria de nuevo hijo.

  1. Alvar dijo...:

    Gracias Brit, a mi también me ha gustado cómo me ha quedado ahora el blog, aunque aún le tengo que añadir algún complemento más que lo rellene un poco por el lado, que está un poco triste.

    Y bueno, esto que he escrito es uno de los pensamientos más claros que me traigo del viaje. Y me alegra descubrirlo, aunque no sea una cosa positiva :)

 
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